Puzzles Nobeles: ¿Por qué invierten tan mal los españoles sus ahorros?
Tano ha explicado mucho mejor de lo que sabría hacerlo yo
(su entrada de ayer es espectacular, ningún blog de EEUU tenía una
mejor valoración del Nobel), la contribución crucial de Fama al saber.
La consecuencia clave de su línea de investigación para el bienestar
humano ha sido el desarrollo de los fondos de inversión pasivos. La
evidencia acumulada de que los fondos gestionados activamente no tienen
una rentabilidad económica superior a los fondos pasivos que simplemente
replican los índices es incontestable.
La razón es que la información está en el precio de los activos mucho
antes de que el asesor que le cuenta a usted una idea secreta y jugosa
se haya ni enterado. Las ideas jugosas son como los billetes de 20 euros
en la calle: lo raro es que nadie los haya cogido antes (yo
personalmente no he encontrado ninguno en mi vida).
Es decir, no se trata de que la compañía X sea estupenda. Esto un
análisis económico básico lo puede concluir y no dudo de que su asesor
pueda tener ciertas ideas al respecto. De lo que se trata es de
responder a la pregunta: ¿“es el precio de la acción de la compañía X
inferior al valor que objetivamente debería tener, dado lo estupenda que
es”? La respuesta a esta pregunta es muy, muy difícil, y cabe asegurar
sin temor a dudar que su asesor no va a ser el primero en enterarse, a
no ser que sea una compañía sobre la que haya razones objetivas para
esperar que esté mejor informado (por ejemplo, es el único analista que
la sigue o la conoce). En las palabras de Eugene Fama, “la eficiencia de
los mercados quiere decir simplemente que los precios reflejan
completamente la información disponible.”
Por otro lado, los inversores activos cargan unas elevadísimas
comisiones. Pero si los fondos no pueden hacer nada más que acertar
cuando tienen suerte y confundirse cuando no la tienen, estas comisiones
no tienen ningún sentido. Esta conclusión, basada directamente y
explícitamente en la investigación de Fama, llevó a un emprendedor
americano, John Bogle, a fundar el Vanguard Group, y a crear el fonde de
inversión Vanguard 500, el primer fondo pasivo. La idea es simplemente
reproducir los resultados medios del mercado comprando una cartera
idéntica al mercado, ahorrando la comisión
A partir de esta importante innovación, el mercado en EEUU de fondos
pasivos, con comisiones mínimas, ha crecido de forma espectacular. Todos
los profesores de economía que yo conozco (yo incluido) tienen sus
inversiones en estos fondos. El mantra, basado en Fama, es: compra un
fondo pasivo, diversificado, y no lo toques nunca más.
Pues bien, mientras que en EEUU 2 billones (con 12 ceros) de dólares
están ya en fondos pasivos, y subiendo, en España los inversores no se
han enterado. Eso si, leyendo los foros de los periódicos son los mismos
listillos (que luego se quejaran de que “les colocaron las
preferentes”) que se ríen, sin tener ni idea, de las ideas de Fama.
¿La consecuencia? Me temo que es una consecuencia más de lo que nos
ha revelado el PISA para adultos: en nuestro país, estas ideas no han
calado para nada. Un 50% de los fondos tienen comisiones ¡por encima del 1.5% DEL PATRIMONIO!. El resultado es obvio:
mirad el estudio llorad. 191 de los fondos con más de 10 años de
antigüedad tuvieron una rentabilidad negativa durante los 10 años, sólo 2
superaron la inversión en letras del tesoro.
Cabría esperar que una consecuencia positiva de la catástrofe de las
preferentes fuera que la gente empiece a desconfiar de quienes les
empujan a la última “idea brillante” y empiecen a orientar sus
decisiones de inversión de acuerdo con lo que hemos aprendido en
finanzas en los últimos años. Desgraciadamente, no tengo muchas
esperanzas al respecto.
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