Un día gastando cero | Cómo Ahorrar Dinero
Plantearse como ahorrar con la que está cayendo resulta sin duda un reto
de envergadura, un reto que de entrada, es cierto, puede no estar al
alcance de todos si lo enfocamos desde la perspectiva de apartar un
porcentaje de nuestros ingresos y destinarlo al ahorro activo (que esta
cuestión, el destino de los ahorros por pequeños que sean, es otro
cantar) pero que sin embargo nos abre otras posibilidades al alcance de
todos, como puede ser plantearse un día de gasto cero.
¿Pero qué es eso del gasto cero?
En esencia debemos entender un día de gasto cero como una jornada
completa (a la semana, a la quincena, al mes, depende de cómo se desee
aplicar) en la que vamos a tratar de reducir nuestros gastos cotidianos a
la mínima expresión y, por supuesto, como objetivo ideal tratar de
llegar a gasto cero; a no gastar un solo céntimo durante esa jornada.
Por supuesto existen gastos corrientes que repercuten en el día a día,
pero no los tendremos en cuenta. A este efecto no vamos a computar la
parte proporcional de los recibos de la luz, ni del agua, ni telefonía,
ni en definitiva esos gastos de carácter periódico que afrontamos
mensualmente.
Atacaremos todos los demás gastos; desplazamientos, ocio, alimentación…
¿Cómo aplicar el gasto cero?
No, no vamos a quedarnos en casa quietos en el sofá. Precisamente de lo
que se trata, como veremos posteriormente, es de afinar, de encontrar
los puntos flacos de nuestra economía domestica, para ellos va a
resultar imprescindible aplicar algo a lo que aún, tras los años de
vacas gordas, nos cuesta acostumbrarnos; la previsión.
Pongamos como ejemplo la alimentación. En este día de gasto cero no
vamos a comprar producto alguno de alimentación, nada, ni siquiera el
pan, por tanto si todas nuestras comidas se realizan en el hogar
deberemos tener prevista esta contingencia; cocinaremos y comeremos lo
que tenemos. Si por el contrario alguna de nuestras comidas se realiza
fuera del hogar y acostumbramos a pagar por ello, en este día de gasto
cero nos obligaremos a llevar la comida de casa y por supuesto
renunciaremos al cafecito de la mañana o de la tarde o en su caso a
ambos.
Esta misma política de previsión la aplicaremos a todas las actividades
cotidianas que puedan generar algún tipo de gasto; en la medida de lo
posible evitando la sustitución por gasto anterior con la eliminación
directamente del gasto.
¿Para qué sirve el día de gasto cero?
Aún en el caso de aplicarse semanalmente no esperemos un ahorro
espectacular (aunque puede llegar a ser sorprendente porque de inicio se
espera menos) sin embargo el gasto cero cumple otro papel relevante,
tal vez el más importante a nuestro criterio: va a exigir para su
realización una revisión exhaustiva de nuestro gastos cotidianos que,
con muchas probabilidades detectará gastos excesivos corregibles en los
que poder incidir, esta vez sí, de manera continuada: no solo
ahorraremos también aprenderemos a ahorrar.
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