Los donuts saben mejor sin agujero
No había que ser muy listo, pero los gestores de Panrico han tardado la
friolera de 13 años en darse cuenta. Panrico ha vuelto a lo que solía
ser, una empresa gestionada con criterios familiares, cero deuda y
basada en un producto tradicional, poco sano por cierto: los donuts y la
bollería. Ha hecho falta más de una década y la ruina de muchos para
certificar que todo un modelo financiero, el de capital riesgo, había
fracasado.
Esta semana el fondo Oaktree se hacía con el 100% del capital de
Panrico. La operación sirve para que la deuda financiera del grupo se
quede a cero y para que la firma se pueda dedicar a lo que ha hecho toda
la vida: vender bollos y hacer dinero.
En 2005 Apax Partners compró Panrico. Pagó 900 millones de euros, casi
el doble de lo que facturaba el grupo, y un precio que suponía un
multiplicador de más de seis veces EBITDA. Albert Costafreda, el
heredero de la familia fundadora, se hizo multimillonario. Exdirectivos
que se habían quedado con participaciones minoritarias, como Javier de
Paz, exconsejero de Telefónica y asesor áulico en temas económicos de
José Luis Rodríguez Zapatero; y Rafael Villaseca, actualmente consejero
delegado de Gas Natural, también pillaron un buen pellizco. Y La Caixa,
que tenía el 30% de las acciones, sacó notables plusvalías. Pero la
pregunta es ¿fue bueno para la empresa?
La respuesta sólo puede ser radical: fue como si le tirasen una bomba
atómica. La operación puede estar en los manuales de capital riesgo. Se
escoge una compañía gestionada de manera tradicional, se paga un precio
desorbitado y en la práctica no se aporta capital sino que se financia
con créditos. Pero los compradores no asumen la deuda, sino que la
cuelgan de la empresa adquirida. A partir de aquí los nuevos gestores
recortan plantilla, venden activos y hacen lo posible para que la
empresa adquirida devuelva los préstamos y dentro de unos siete años
tenga rentabilidad suficiente y domine una cuota de mercado lo bastante
significativa como para darle el pase con una jugosa ganancia.
Es decir, la operación se denomina capital riesgo, pero en realidad ni
pone capital, porque todo lo aportan los bancos, ni asume el riesgo,
porque carga los créditos al adquirido. Si algo sale mal se abandona el
barco y las entidades que han financiado la compra se comen el marrón.
El gran fracaso de Apax
Es lo que pasó en Panrico. El fabricante del bollycao perdió más de 600
millones en cinco años, incapaz de hacer frente a los costes financieros
de su abultada deuda. En 2010 la paciencia de los bancos se agotó y
ejecutaron los créditos. Panrico era suyo, pero el donut tenía un
agujero y no precisamente el que le había hecho famoso. La banca no
sabía qué hacer y al final el fondo oportunista Oaktree fue adquiriendo
la deuda bancaria con fuertes descuentos. Entre los perjudicados se
encontraban BBVA, Santander, Bankia, La Caixa, ING, Credit Suisse,
Goldman Sachs, BayernLB y Caixa Banco de Investimento.
En las recapitalizaciones Oaktree Capital ha inyectado unos 120 millones
de euros en la compañía catalana. La base de la estrategia de Oaktree
ha sido desandar todas las políticas que había desplegado Apax. Y no
sólo por el endeudamiento. Por ejemplo, Apax embarcó a Panrico en una
carrera de compras para engordar el grupo y hacerlo ganar cuota de
mercado cara a la futura desinversión. Oaktree hizo lo contrario: el
último paso en este sentido fue la venta de las galletas Artiach a
Nutrexpa por algo más de 60 millones.
Vuelta al “fresco del barrio”
También se han corregido errores de gestión. En 2010 Panrico tuvo que
rectificar y volver a hacer donuts recién horneados. Se había invertido
un dineral en I+D para colocar en el mercado en 2009 donuts envasados,
que se conservaban varios días, lo que permitía ahorrar en costes de
distribución. Pero las ventas cayeron en picado. Donut pasó de ser “el
fresco del barrio”, que había promocionado antaño su publicidad
tradicional, al envasado sin gracia. Incluso se crearon blogs para
criticar a la empresa. Una vez más, Panrico tuvo que dar marcha atrás
tras un año de la nueva experiencia.
Un especialista en fusiones y adquisiciones señala que Panrico era una
empresa muy delicada. Cualquier cosa que se tocara afectaba a los
fundamentales de la firma. Tenía buenas marcas, sí, pero él la define
como “la pesadilla para cualquier experto en management”.
Hoy Panrico factura cerca de 400 millones de euros anuales y cuenta con
una plantilla de 5.600 profesionales. Además de Donut y Bollycao cuenta
con marcas como Qe, La Bella Easo y Weakis, entre otras. El principal
objetivo de Oaktree es estabilizar las ventas. A partir de aquí, el
grupo tendrá que volver a crecer al viejo estilo. Todo apunta a que en
el caso de Panrico, las novedades resultan indigestas.